Los chicos quieren entrar

La verdad y la mentira de la vida (siendo todo tan relativo) se exponen en pequeñas historias en las que están representados jóvenes y viejos. Se observa, en los personajes cierto aspecto trágico en la capacidad de amar y se perciben determinados rasgos quebradizos de las relaciones humanas. Se diría que una suerte de ligereza vaporosa logra el surgimiento de un pasado y hasta de un presente inapreciable. A través del viaje que propone Aleandro aparecen nuestro símbolos, mitos, frustraciones, toda la cargazón cultural que nos es propia. Hay un lenguaje vivo, irónico, que no soslaya el humor, permite a la autora ofrecer un panorama sobre ciertas reglas de la sociedad: la educación, la familia, los símbolos. Lo que más trasciende es una reflexión sobre la condición humana y lo que resulta provocativo es el arraigo del sentimiento-conducta como entidad idea para identificar la instancia dramática.

L.M